Llevo 6 días en casa y poco a poco me vuelvo a convertir en la persona que era – aunque no sé si eso me gusta o no. Bueno, creo que sí, aquí todo se adapta más a mi rancio character: llueve casi todos los días, la gente del pueblo aún se acuerda de mi, me saludan amablemente, pero no hacen muchas preguntas, les doy igual, me dejan en paz. Estoy en casa de mis padres y me convierto en la niña que era, aunque pinten las paredes y compren un nuevo sofá, en el fondo las cosas no cambian mucho en esta casa, es como el puerto al que vuelvo después de un tiempo largo en aguas revueltas. Este no es precisamente el Hotel Mamá, a lo mejor porque estaba detrás del muro, y todo el mundo tenía que aportar ALGO, ya que todas las mujeres trabajaban (y nada en contra de mis amig@s de 30 y pico que viven en casa de mami y no tienen que hacer nada – de hecho no sé por que se independiza la gente si no es absolutamente necesario...). Me vuelvo a sentir como antes cuando era más joven, me dejan la libertad que necesito, pero al mismo tiempo no me piden mucho, solo que me siente en la mesa a la hora de cenar. Que esa hora sean las 18:30 me vuelve a parecer perfectamente lógico, que me vaya a dormir a las 23:00 igual.
Esas no son unas vacaciones normales, aquí nunca pasa nada nuevo, es más como un viaje en el tiempo, vuelvo a tener espacio para lo que más me gusta: soñar con los ojos abiertos, darle importancia a las cosas que pienso, sin tener que combinarlas con 4 lavadoras, el perro, fregar los Tupper, cocinar, comprar, perder horas y horas y HORAS de mi vida en este trabajo de MIERDA – que cuando más lejos lo tengo, más lo odio; en fin correr de un lado al otro y eso todo el p… día, que cuando llega el fin de semana y por fin estoy en el sofá me siento como si estuviera tirando mi preciosa vida por la ventana, porque ya no sé que es eso de no hacer NADA, porque siempre hay que hacer ALGO. Y de repente después de unos días en el puerto vuelvo a sentirme cerca de mi misma, la persona que está convencida que hacer nada es un arte – siempre y cuando no te aburres.
Pero como todo lo bueno eso también se termina enseguida, ya noto esta vieja sombra en el alma que me vuelve a vistar; ya casi se ha terminado; siempre antes de venirme aquí sé que al volver estaré fatal, y todavía no he aprendido evitarlo. Nunca lo aprenderé.