lunes, 30 de junio de 2008

Un domingo de verano cualquiera

Ayer no era un domingo cualquiera de verano con un calor agobiante; era 29 de junio de 2008 (el día de Euskadi en la EXPO) y con una ciudad llamada Zaragoza, llena de turistas preguntándote cual era la parada del bus EXPO que va del centro de la ciudad a la EXPO.

Al final le tienes que contestar a una señora andaluza (por supuesto muy amablemente, ya que hay que mimar a los turistas) que no tienes ni idea de donde para ese bus, ni que numero tiene y ni siquiera si existe, y que sólo conoces donde esta la parada del bus 38 y con un poco de suerte, le puedes indicar donde esta la parada del búho nº 4.

Luego te acercas a la ribera del Ebro, con un calor abrasador, a ver una carrera de traineras en el río, que en el fondo te preguntas ¿que hacen esas barcas allí? ya que al final, la carrera consistía en ver pasar barcas (traineras) una detrás de otra, así sucesivas vueltas ya que era una carrera contrarreloj desde un puente a otro y viceversa.

La megafonía de la carrera debía de estar en el otro puente con lo cual los que estábamos en el otro puente (vaya casualidad) no nos enteramos de nada. Menos mal que una pareja de vascos con el móvil a cuestas se comentaban entre ellos quien iba en primera posición. Eso sí: lo comentaban en vasco, aunque como estaban hablando con unas marujas de Zaragoza muy amablemente la mujer traducía quien iba por delante y quien por detrás, pero la verdad es que me era totalmente indiferente. Eso si, tengo que admitirlo, que alegría da ver en las riberas del Ebro tanta gente y sobretodo ver vascos con sus banderas (ikurriñas) animando a los suyos sin que vengan ultras del fútbol y comiencen a pegarles.

Luego vas andando hacia casa, con un calor asfixiante, con las sandalias pegándose al asfalto del calor y puedes observar una gran exposición de arte en Paseo Independencia con toque zaragozano, es decir con pintadas en algunas obras, y te vas pensando que esta ciudad no tiene cura y que ya veremos cuanto duran las paredes del pabellón puente blancas sin graffiti.

Y luego llegas a casa, a ver el fútbol, la finalísima y te encuentras con que parece que todo el vecindario esta viendo el partido. Cuando termina todos se vuelven como locos, todo el mundo con sus coches y sus malditos cláxones, con sus banderas, y lo peor: todo el mundo vociferando en la calle, vivas a España y cánticos populares parecidos.

Tú desde casa, te quieres ir a dormir, con un calor sofocante en tu habitación y la ventana abierta, pero la gente que está en la calle no te deja dormir, parece que si te levantas a las 6:00 de la mañana para ir a trabajar al día siguiente y te quieres ir a dormir para descansar, eres poco español, que no sientes los colores y casi, casi eres un traidor a la patria.

Pero tú que entiendes de fútbol sabes perfectamente quienes son los de la calle: son los típicos comepipas del fútbol, esos que odiaban hace un mes a Luis Aragonés y que decían que Raúl debía jugar de titular, esos que se compraron el sábado la camiseta de la selección, el muñeco de vudú “Otto” con la bandera de Alemania o que incluso tienen la música de “Podemos” sonando en el móvil. En realidad esos no son futboleros, son finaleros.

Ayer no era un domingo cualquiera de verano, que locura de domingo y con un calor insufrible.
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